(Y de paso pongo una nueva foto de RPattz y KStew durante la rueda de prensa :P)
Mientras se preparan para rodar la segunda parte, "Luna nueva", los protagonistas de la exitosa adaptación al cine de "Crepúsculo", la primera de las cuatro novelas sobre vampiros adolescentes de Stephenie Meyer, cuentan cómo el éxito les cambió la vida.
Pongámoslo en claro de entrada: no querría ser inmortal por nada del mundo", dice un sonriente Robert Pattinson, condenado a perpetuarse en el rol de Edward Cullen, el romántico vampiro de Crepúsculo, desde que lo eligieron para ponerle el cuerpo y el rostro en cine a un personaje literario muy famoso entre las adolescentes de todo el mundo. "No se puede preparar uno para esta popularidad instantánea -dice Rob-. Antes podía andar por la calle tranquilo, ahora se me acercan chicas que quieren que les muerda el cuello. Literalmente. ¿Se imaginan? Una chica de 8, 9 años que te para y te ofrece el cuello pidiéndote un mordisco. Es una locura".
Es cierto que nada ni nadie pudo haberlo predispuesto para esto. El joven londinense de 22 años, hijo de un vendedor de autos y una modelo, empezó a actuar a los 15 años y enseguida su agente le consiguió el rol de Cedric Diggory en una de las películas de Harry Potter (Harry Potter y el cáliz de fuego, 2005). De bajo perfil y gustos más bien caseros, como que prefiere quedarse en la casa a tocar el piano o ver películas antes que ir a los clubes, Rob se sorprendió cuando lo llamaron a Londres desde Los Angeles para realizar el casting de Crepúsculo.
La directora (Catherine Hardwicke) lo había visto en la película de Harry Potter pero no estaba segura. Los llevó a él y a la protagonista femenina, la adolescente Kristen Stewart, a su casa en Venice Beach, y les hizo interpretar las escenas románticas. La química, dicen todos los involucrados, fue instantánea. Y la vida de Pattinson dio un giro de 180 grados. De joven de poco éxito con las mujeres (si hay que creerle) pasó a ser a uno de los hombres más sexies del 2008 para la revista People y el objeto de deseo de adolescentes precoces de todos los idiomas.
"No había leído el libro y cuando lo hice pensé que no iba a poder interpretar a Edward. La autora (Stephenie Meyer) lo describe como a un ser perfecto, tan bello que no parece humano. Por suerte en el guión flexibilizaron un poco los términos y pude imaginarme en ese cuerpo. No soy tan romántico ni tan idealista como él. Creo que lo único que nos une es su pasión por los extremos, con Edward todo tiene que ser blanco o negro, y yo también soy así".
Por lo pronto, para la entrevista, realizada unas semanas antes del estreno de la película, Pattinson se había cortado un poco el cabello castaño dorado que le enmarca la cara a su personaje, en contra de los deseos de los ejecutivos de su compañía cinematográfica. "No me lo lavo desde hace semanas", miente descaradamente, aunque el producto que revuelve en su cabeza al estilo flogger, le da a su cabello un aspecto poco saludable. Un look que lo emparenta con Johnny Depp, uno de sus actores favoritos, con el que comparte otro gusto: cantar. Uno de sus temas, Never Think, fue a parar a la banda de sonido de la película, aunque él no piensa dedicarse a la música profesionalmente.
"Me encanta la carrera que hizo Depp, adoraría poder hacer lo mismo, combinar lo popular con lo independiente", asegura. Sin embargo, no deja de aclarar que su actor favorito de todos los tiempos es Jack Nicholson. "No hay ninguna película suya que te aburra. Todos hacen malas películas, aún Robert De Niro o Al Pacino, pero es como que Jack Nicholson nunca hizo una mala película. Estoy obsesionado con él desde chico. Es mi héroe desde que tenia siete años".
Se ve que intenta una carrera que combine lo masivo con lo indie, por lo pronto viene de filmar en Barcelona la película Little Ashes, sobre la amistad de juventud entre Luis Buñuel, Salvador Dalí y Federico Garcia Lorca. A Pattinson lo tocó en suerte interpretar a Dalí y dice haberse enamorado del personaje. "Era un genio. Me sentí muy libre aprendiendo a ser él. Empecé a pintar, nunca lo había hecho antes, lo hice pretendiendo que era Dalí. Fue uno de los roles más intensos de mi carrera. Lo malo es que no aprendí a hablar español a pesar de que estaba rodeado de españoles".
Aunque en las fotos se lo ve haciendo compras por la ciudad al volante de un Audi convertible, él insiste en que sigue teniendo gustos simples y en que todavía mantiene su auto de dos mil dólares, el que compró al llegar a Hollywood.
Dice Robert Pattinson que le gusta mucho viajar, que hace un par de años se enamoró de Berlín y que le encantaría conocer Buenos Aires. "Una de las películas que estoy negociando incluye un viaje a la Argentina: es un western y creo que iríamos para usar los cielos argentinos. Ojalá se haga", lanza sin querer dar más detalles.
Tiene pinta de tímido Rob, a él le gusta definirse como "un solitario". De perfil, con sus manos en la cabeza y sus ojos azules, parece un modelo. Cuando habla se vuelve cálido, eso lo separa de su imagen de ficción. En la pantalla, Edward Cullen es casi frígido. Su piel blanca se ilumina como diamante cada vez que ve el sol. Sus ojos se oscurecen cuando tiene sed. Aunque en su destino de "vampiro bueno", él y su familia han decidido saciarla con sangre de animal y no humana.
A él también le gusta definirse como torpe. Y cuenta que en una de las primeras escenas golpeó mal a la doble de su heroína, cuando debía detener un auto que amenazaba aplastarla. Pero eso no fue nada. "El primer día en que me tocó hacer una escena con Kristen tenía que venir volando, atado con cables, y levantarla del suelo. Fallé y la dejé caer. Me dio una vergüenza insoportable", confiesa. Y dice que es pata dura para todo, hasta para el fútbol. Hincha del club Amsterdam, de Londres, dejó de jugar el fútbol al terminar el colegio secundario porque terminaba siempre lesionado.
Mientras trata de digerir su fama súbita, Robert Pattinson se prepara para recrear su personaje una vez más en la secuela de Crepúsculo, llamada Luna nueva, que será dirigida por Chris Weitz (La brújula dorada). Una vez más tendrá que jugar un juego histérico con Bella Swan, la adolescente a la que Edward ama pero tiene miedo de convertir en vampiro si la pasión lo gana. Edward tiene 17 años desde hace más de cien, y no quiere compartir ese destino solitario con Bella.
"Para mí, Crepúsculo es la metáfora perfecta de la abstinencia sexual", reflexiona el actor. "Será por eso que las adolescentes lo encuentran tan perturbador, de alguna manera esa traba para que algo se concrete entre ellos termina siendo sexy. No lo sé bien. La única certeza que tengo es que Edward está atrapado en un infierno. Repito, no quisiera ser él".
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